A todas las Siervas.- 8 de diciembre de 1883
Ya eran tres las fundaciones que se habían realizado en Cuba: Santiago, Cárdenas, La Habana. Ahora es el Obispo de Puerto Rico don Antonio Puig, el que solicita 12 Siervas de María para la atención del Hospital de la Purísima Concepción en la capital, San Juan.
Como para las demás fundaciones de ultramar, la Madre no impone, pide voluntarias para esta gran empresa. Y para proteger la determinación de las Hermanas y favorecer la libertad de cada una prohíbe “en virtud de santa obediencia descubrir la decisión que cada una forme sobre el particular, así como también decir expresiones o razonamientos que sirvan para retraer a las que se ofrezcan”.
Aunque la respuesta por parte de las Hermanas no dejó de ser generosa, la fundación no se pudo efectuar hasta el 5 de enero de 1887. Fueron las elegidas para formar esta primera Comunidad: Madre Cruz Erades, Sor Natalia Cochin, Sor Corazón Yagüe, Sor Dulce Nombre Benavides, Sor Teodosia Ferrer, Sor Belén Lumbrera, Sor Plácida Santiago y Sor Portaceli Ilarraz.
A todas las Siervas
8 de diciembre de 1883
Día de la Purísima e Inmaculada Concepción de la Virgen María, año de 1883.
Mis apreciables y queridas hijas en el Señor:
El año pasado en este mes, os invité a que os ofrecierais a pasar a la isla de Cuba, para hacer una fundación en la Ciudad de Cárdenas, y os decía que estaba próxima otra fundación en La Habana: ambas se realizaron, y en ellas todas las Hermanas están sanas, buenas y contentas, siendo apreciadas y consideradas de todos en ambos puntos. Mas en La Habana forman la comunidad solo cinco Hermanas, incluso la Superiora, número tan insuficiente para una población tan crecida, que sólo pueden hacer escasas asistencias. Es tanto lo que las aprecian, que han entregado a la Superiora el dinero para el pasaje de las que vayan a aumentar aquella Comunidad. ¡Sea Dios bendito en todo!
La buena fama de las Siervas de María ha pasado a Puerto Rico, cuyo señor Obispo ha venido con el mayor empeño para que se haga una fundación, aunque sea de cuatro Hermanas por de pronto, en San Juan de Puerto Rico, capital de su diócesis.
Ya veis, hijas mías muy amadas, cómo la Divina Providencia continúa favoreciendo a nuestro Instituto, prestando campo dilatado y mies abundante donde las Siervas de María, operarias del gran Padre de familias trabajen en su viña, desempeñando su misión caritativa.
En vista de lo que antecede, y sin obligar a ninguna, desearía que hubiera espíritus generosos que siguieran los designios de la Divina Providencia, para extender y propagar más y más de día en día nuestro santo Instituto, en que se da tanta gloria a Dios nuestro Señor y se trabaja tanto por la salvación de las almas.
Con el fin de saber qué Hermana se ofrece para esta empresa providencial, ordeno que se lea esta invitación a todas las Hermanas profesas de esa Comunidad y cada una escriba una carta por sí, y si no por su Director, en que se manifieste su resolución o parecer, sin que nadie se aperciba de su contenido; y prohibido en virtud de santa obediencia descubrir la decisión que cada una forme sobre el particular, así como también decir expresiones o razonamientos que sirvan para retraer a las que se ofrezcan.
Sea todo para la mayor gloria de Dios, santificación de nuestras almas y la de nuestros prójimos, como lo desea la que os ama entrañablemente en Jesús y María.
Vuestra Superiora General,
Madre Soledad Torres.