Todo llega y todo pasa en esta vida. Llegó por fin tan deseada y esperada fecha en que nuestra hermana Sor María Catalina Irigoyen Echegaray fuera proclamada por la voz autorizada de la Iglesia, Beata. Fue el 29 de octubre de 2011.
El 28 de octubre, desde los distintos puntos de la geografía española y con el corazón rebosando de ilusión, viajamos rumbo a Madrid. Al llegar a la estación de trenes nos salieron al paso unas señoritas muy amables mostrándonos unos carteles con la imagen de Sor María Catalina. Grande fue la emoción al reconocer a nuestra querida Hermana. En el mismo rellano, en un lugar muy visible, estaba colocado un mural grande de Sor María Catalina que con una expresión llena de amabilidad parecía que nos daba la Bienvenida.
Una de estas señoritas, poniéndose al frente del grupo, nos fue guiando hasta el autocar que nos llevaría al hotel Auditórium donde debíamos alojarnos. Las otras señoritas quedaron en la estación para recibir a otros grupos que estaban para llegar.
Una vez en el autocar, de camino hacia el hotel, la señorita guía, después de pasar lista al grupo, nos fue dando las primeras instrucciones para conducirnos en los días sucesivos. Nos asignó el número de autocar que nos correspondía y el nombre del guía o la guía que nos acompañaría en todo momento.
Al llegar al hotel, nuestras emociones subieron de grado, si vale la expresión, al encontrarnos con Madre General que ya nos esperaba, y con tantas Madres y Hermanas procedentes de todas las partes del mundo. Después de saludarnos y abrazarnos efusivamente nos presentamos en recepción donde nos entregaron la acreditación con la tarjeta llave de la habitación y la mochila. La mochila contenía una biografía de Sor Mª Catalina escrita por Madre Julia Castillo, Un librito con la Misa de la Beatificación, unos folletos con los textos de la Liturgia de las Horas, una insignia de la Beata, un rosario y el programa que seguiríamos en los próximos días.
Después de instalarnos en nuestras habitaciones y una vez colocado el equipaje nos dirigimos al salón Auditórium para participar en la celebración eucarística que comenzaría a las 17 horas. Antes de empezar, Madre General, rebosante de gozo, nos dio la bienvenida, deseando vivamente que el espíritu de Sor María Catalina nos impregnara a todas. La Eucaristía fue presidida por el Sr. Obispo Auxiliar de Madrid, Don César Franco y amenizada por un grupo de folklore “Alma Navarra”. Una verdadera gozada. A las 18 horas tuvo lugar la Vigilia con motivo de la Beatificación de Sor Mª Catalina Irigoyen Echegaray, amenizada por el grupo “Paseando por Madrid” que nos deleitaron con cinco bailes clásicos españoles. Acto seguido nos recogimos y rezamos Vísperas y Completas; luego pasamos a cenar y nos retiramos a descansar.
29 de octubre.- Después de rezar Laudes todas juntas en el salón Auditorio y habiendo desayunado, salimos en autocar a las 9,30 horas, camino de la Catedral de la Almudena. Convenía llegar holgadamente para colocarnos en los puestos correspondientes y ambientarnos para la gran ceremonia. Era muy hermoso contemplar toda una fila de autocares con Sor Mª Catalina al frente y todo un ejército de Siervas que, llenas de alegría, nos disponíamos a ocupar los espacios reservados. La catedral estaba preciosa, adornada con artísticos centros florales; enseguida nuestra mirada se dirigió al cuadro de Sor María Catalina, la gran protagonista, que estaba velado esperando el momento de darse a conocer. Junto a nosotras teníamos la capilla de Madre Soledad que sin duda se sentía muy feliz en medio de todas sus Hijas.
“Los humildes serán ensalzados”. ¿Quién le iba a decir a Sor Mª Catalina que un 29 de octubre de 2011 sería beatificada y además estrenaría como escenario de su Beatificación la Catedral de la Almudena de Madrid? Sus Hermanas, las Siervas de María afirmamos que lo tenía bien merecido porque supo vivir con radicalidad lo que acuñó como lema de su vida: “Sólo sirvo para servir”.
Así pues, a las 12 horas, como estaba previsto, inició la celebración con los acordes del órgano y el canto de la asamblea: “Pueblo de reyes, asamblea santa…” mientras los celebrantes se acercaban procesionalmente hacia el altar. En primer lugar iban los acólitos con la Cruz alzada, el diácono con el Evangelio, un buen número de Sacerdotes, casi una veintena de Obispos y Arzobispos españoles y latinoamericanos (de Colombia y Bolivia), el Nuncio Apostólico de España Renzo Frattini, el Cardenal Antonio María Rouco Varela y finalmente el Cardenal Ángelo Amato, Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, el cual, después de besar el altar saludó a la asamblea dando paso al Acto Penitencial. Se cantó la Misa de Ángelis.
A continuación comenzó el Rito de la Beatificación: Su Eminencia el Sr. Cardenal-Arzobispo de Madrid Don Antonio Mª Rouco Varela, acompañado de Madre Julia Castillo, Postuladora de la Causa, se acercó al altar pidiendo que se procediera a la Beatificación de la Sierva de Dios María Catalina Irigoyen. El Sr. Cardenal leyó una breve reseña biográfica de la venerable Sierva de Dios y se dio paso a la Fórmula de la Beatificación. El Cardenal Prefecto Ángelo Amato, por mandato del Sumo Pontífice Benedicto XVI, leyó la Carta Apostólica en la que Su Santidad inscribe en el número de los Beatos, a la Venerable Sierva de Dios Sor María Catalina Irigoyen Echegaray. Pronunció la fórmula primero en latín y después en español; seguidamente se descubrió el cuadro de Sor María Catalina provocando una intensa, emocionada y larga ovación, seguida del canto del himno: “Entonemos un himno de gloria…”
A continuación el Cardenal Don Antonio Mª Rouco dio las gracias a Su Santidad el Papa Benedicto XVI por haber proclamado Beata a la Venerable Sierva de Dios María Catalina y con la Madre Postuladora de las Siervas de María intercambiaron el saludo de la paz con el Cardenal Prefecto.
Siguió la celebración con la Liturgia de la Palabra y en la homilía, el Cardenal Ángelo Amato, entre otras muchas cosas destacó cómo Sor María Catalina podía decir con el profeta Isaías: “El Espíritu del Señor está sobre mi porque el Señor me ha ungido, me ha enviado a cuidar a los enfermos, a consolar a los tristes y necesitados…” viendo en ellos el rostro doliente del Señor. Es el carisma de las Siervas de María. La Beata María Catalina fue buena samaritana, se hizo prójimo de los necesitados, de los afectados por la enfermedad, la pobreza y la soledad. Fue para ellos madre de misericordia y de consuelo, con una actitud de servicio humilde y sacrificado; se arrodilló a los pies del dolor humano para elevarlo hacia Dios. Se hizo presencia afectuosa y cordial de acogida, con una perenne y luminosa sonrisa en sus labios, haciéndose popular entre los enfermos, con aquella popularidad que nunca tiene ocaso por estar enraizada en el amor hecho servicio. Terminó la homilía recordándonos que siempre tendremos entre nosotros a los pobres y a los enfermos. La Beata María Catalina es un precioso estímulo para todos y en especial para sus Hermanas Siervas de María
Seguidamente pasamos a la Liturgia Eucarística con la Presentación de Ofrendas, la Plegaria Eucarística, el Rito de la Paz, la Comunión y antes de recibir la Bendición solemne, Madre General dio las gracias, en nombre de todas las Siervas de María, al Sr. Arzobispo Ángelo amato, por su presencia en la Catedral de la Almudena y, como Delegado de Su Santidad Benedicto XVI, haber proclamado Beata a Sor María Catalina Irigoyen Echegaray. Le dio las gracias por sus elocuentes palabras y por presentarla como modelo de santidad para todos los fieles, de manera especial para sus Hermanas las Siervas de María. Dio también las Gracias al Emmo. Cardenal Antonio Rouco Varela por su acogida en esta Sede de Madrid; a todos los Obispos, Sacerdotes, Religiosos y fieles, agradeció también la presencia de las distintas autoridades civiles que nos honraron con su presencia. Finalmente invocó a Sor María Catalina para que nos recuerde a todos nuestra vocación a la santidad. Se dio fin a la celebración cantando con gran fervor el himno oficial a nuestra Beata.
Una vez finalizada la solemne ceremonia de Beatificación, salimos de la catedral y nos fuimos agrupando con nuestros guías correspondientes para emprender en los autocares el regreso al Auditórium. Allí nos reunimos de nuevo con todos los invitados para participar de la comida en fraternidad. Un panel grande de Sor María Catalina estaba colocado en un lugar visible de la sala-comedor y las mesas, redondas, con capacidad para ocho personas, estaban adornadas con preciosos centros de violetas. En el fondo del comedor, sobre una plataforma estaba la presidencia constituida por el Sr. Cardenal-Arzobispo Rouco Varela en el centro, a su derecha el Sr. Nuncio de Su Santidad y el Sr. Arzobispo de la Paz y la Delegada de Sanidad. A su izquierda estaba nuestra Madre General Alfonsa Bellido, la Madre Vicaria General Carmen Yoldi, el Sr. Obispo Auxiliar de Madrid Don César Franco y Madre Julia Castillo, Postuladora de la Causa. El menú estuvo muy acorde con la fiesta y la comida muy animada con himnos, cantos y jotas.
La tarde de este día fue libre, quedamos en el hotel y la dedicamos a conocer nuevas Hermanas, reconocer a otras muchas que durante años no nos veíamos y a convivir gozosamente las unas con las otras. A la hora señalada nos reunimos todas en la sala Auditorio para cantar las Vísperas y Completas terminando el día dando infinitas gracias a Dios por todos sus favores.